Los pajaros volaban juguetones entre los rayos del sol, dandole la vienvenida a la primavera, es tiempo de alegría ¡Hay que estar contento!
Las ardillas buscaban frutos secos y jugaban y los dejaban en la pradera, acurrucadas entre ellas bañadas en la calida sensacion del sol. Los ciervos, festejaban la llegada de la primavera con bailes y luchas haciendo honor a sus ancestros, los conejos, escarbaban en la hierba en busca de alguna joven flor, pero todabía se sentian timidas y no se atrevían a mostrar su belleza ante los ojos de las criaturas del bosque.
Todo eran risas y felicidad, la primavera llegaba, la hermosa primavera se hacercaba ¡Festejemoslo!
Mientras todo eran risas, en lo ondo del bosque, en lo mas profundo del bosque, donde los rayos del sol no llegaban por la espesura de los árboles, donde no se oian risas, ni canticos, ni había el mas minimo indicio de que allí fuera a florecer nada, un hombre, descansaba a los pies de un arbol, acurrucado como un niño.
Tenía los brazos en cruz, apoyados el uno sobre el otro, de costado y las piernas flexionadas con hondas heridas en los muslos. Una especie de lanza le atravesaba la espalda, perforandole el pulmón izquierdo, se undía en la húmeda tierra.
A lo alto de la madera, se podía distinguir con toda claridad un ave imperial, brillante, posada sobre el el punto mas alto del mastil, con las alas desplegadas imponiendo la nueva era que se avecinaba.
La sombra del gigante celestial se reflejaba en el tronco del arbol, el joven, ya muerto lo sabia, el arbol lo sabia, la tierra lo sabía.
Al pobre arbol se le escapo una lagrima al sentir en sus raices al joven, con esto todo quedó confirmado.
El águila echo a volar y a su sombra, se extendia uno de los Imperios mas poderosos que jamás había visto antes el mundo.
A lo alto de la madera, se podía distinguir con toda claridad un ave imperial, brillante, posada sobre el el punto mas alto del mastil, con las alas desplegadas imponiendo la nueva era que se avecinaba.
La sombra del gigante celestial se reflejaba en el tronco del arbol, el joven, ya muerto lo sabia, el arbol lo sabia, la tierra lo sabía.
Al pobre arbol se le escapo una lagrima al sentir en sus raices al joven, con esto todo quedó confirmado.
El águila echo a volar y a su sombra, se extendia uno de los Imperios mas poderosos que jamás había visto antes el mundo.
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