Desde pequeñita siempre he pensado que, si se juntasen los tres grandes movimientos artísticos y culturales: música, danza y literatura, llegaríamos al clímax. Cual gratificante fue mi sorpresa, cuando de chiquitita mis padres me llevaron a la ópera.

sábado, 9 de abril de 2011

Historias de los habitantes de Alguares.

Ya eran las doce del mediodía en Alguares, un pequeño pueblo de costa, cerca de Galicia. Los rayos se colaban como hábiles y escurridizas lagartijas entre los encajes de las cortinas del salón, y como si fuesen un manto de polvo dorador, se dejaban posar descaradamente, en los rizos de Claudia, su pelo ya de por si dorado, adquiría un tono tan hermoso que ni el oro Azteca podía competir con ella. Claudia estaba sentada en una pequeña silla de mimbre, enfrente de la ventana, sus ojos cristalinos estaban clavados en el mar, en el intenso mar que se observaba perfectamente desde la ventana. Cargado de fuerza y de majestuosidad, enfurecido, valiente y hermoso, el mar siempre le había parecido el lugar mas hermoso del planeta. De noche soñaba con escaparse de la casa, salir por la ventana y sumergirse en las profundidades del mar, dejar que la corriente la arrastrase hasta el fondo y luego, que la impulsase de nuevo hacia la superficie, y así sucesivamente, como si estuviese en una montaña rusa. Que pena que no sepa nadar, ni andar, ni hablar, nunca asentido el agua rozar sus dedos, ni la brisa fresca del mar acariciarle la cara, nunca, tampoco puede moverse de esa silla de mimbre, su único consuelo es esa ventana siempre disponible, y verlo y soñar con el. En fin, es lo que tiene ser una muñeca ¿No?

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