Era un día lluvioso, la mar estaba revuelta y el agua se me colaba en
los zapatos dejandome los calcetines empapados, no había ni un alma en
el cielo, ni una gaviota, ni un albatros, ni siquiera un martín
pescador, parecía como si alguíen se los hubiese tragado. Una ola del
tamaño de un dragón sacudió el bote y a punto estuve de salir volando
por la borda.
"Definitivamente, algo me dice que hoy no va a ser un buen día"- Me dije mientras me sacudía el agua de los pantalones.
Todavía
faltaba tiempo para llegar, así que me puse a rebuscar entre mis cosas
para asegurarme de que lo tenía todo. Una pistola, unas llaves, unos
papeles y la foto de ella, era mirar su rostro y que un escalofrío me
recorriese todo el cuerpo, me quede mirando como un idiota esa caja
llena de cosas aparentemente inutiles que me salvarían la vida más de
una vez.
Estaba absorto en mis pensamientos cuando, el bote se paró de repente.
-Bueno ya hemos llegado eh... Deberías bajarte quizá haya alguien dentro- Dijo la voz de una mujer.
Me baje pero no parecía que hubiese nadie, era un viejo faro abandonado es más la mitad del muelle estaba roto.
- Eh ¿Va a venir alguién a recibirme?
- Desde luego espero que si, parece un lugar horrible para quedarse tirado...- Dijo la mujer mientras ponía en marcha el bote.
Vi
cómo el bote se mezclaba entre las olas hasta que al final no lo pude
distinguir, miré al faro otra vez en busca de alguna señal de vida, una
luz, humo de chimenea o algo, pero nada.
"Parece que estas solo muchacho"- Me dije mientras me aproximaba a puerta.
Entré
en la estancia y la verdad es que todo era bastante lúgrubre. Había
cajas tiradas por todas partes, la fruta rodaba por el suelo y las
sillas estaban caidas, de uno de los muros entraba un rallo de luz lunar
y el polvo se podía apreciar perfectamente en ese leve resplandor, las
motas parecían ser pequeños dimiantes diminutos, era algo maravilloso.
La
verdad es que parecía un lugar abandonado, lo único que me hacía
sospechar que había alguíen era por una extraña música que salía dle
piso de arriba.
-¿Hola? ¿Hayu alguien ahí? - Nadie contestó.
*Hum, que raro, la música no se pone sola así porque si y si no hubiese nadie no estaría puesta...* - Me dije.
-¿Hola? ¿No hay nadie? -Dije mientras sacaba mi pistola y me disponía a subir por las escaleras.
-¿Nadie a la vista?... ¡Agh!.
Lo
que vi me dejó helado. Era el cuerpo de un hombre adulto, de unos 53 a
jugar por el peso, estaba sentado en una silla, atado de manos y pies,
con una especie de bolsa en la cabeza y todo el tronco abierto. Entre
las piernas se podían apreciar los diferentes tipos de organos tirados
en el suelo, el hedor era asqueroso y yo sólo podía pensar una cosa:
*Oh mierda, definitivamente, hoy no va a ser un buen día".
A.
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